En los años 70 las cooperativas se erigieron como una fórmula alternativa al cierre de muchísimas empresas tradicionales que, golpeadas por la crisis, tuvieron que echar la persiana.
Cuarenta años después nos encontramos en una crisis que arroja unas cifras de paro incluso superiores a las de aquellos años. El reto actual es organizarse para poder generar sinergias y empleo. La duda es si las cooperativas hoy día pueden generar puestos de trabajo y convertirse en una opción válida que sea capaz de producir riqueza.
Soluciones conocidas para problemas conocidos
¿Qué ha cambiado desde entonces? Ofreciendo una respuesta rápida y simple diríamos que ha cambiado el mundo. Profundizando un poco más el contexto geopolítico y económico y mayormente la globalización.
La industria se convirtió en los años 70 en un refugio para aquellos trabajadores que había visto perder el trabajo por cuenta ajena pero que descubrían que uniendo sinergias podían levantar de nuevo la empresa como trabajadores por cuenta propia. El sistema cooperativista los convertía en jefes solidarios de un negocio común donde todo el mundo debía depositar su esfuerzo para sacar adelante un bien colectivo y sustento de sus familias. El proceso de desindustrialización que vivimos desde los años 90 hace que el sector secundario (industria básicamente) no pueda convertirse de nuevo en esa bote salvavidas que nos ayudaría a salir de la crisis.
De todas maneras las cooperativas pueden pertenecer a cualquier sector productivo: primario (agricultura, ganadería y pesca), secundario (industria) y terciario (servicios). Es quizá ahora cuando las cooperativas del sector primario y terciario pueden convertirse en los sectores que empiecen a generar empleo colaborativo.
No es oro todo lo que reluce
Otro de los factores a tener en cuenta sobre las cooperativas es la de la especialización y la distribución de roles. Uno de los problemas con los que se encontraron muchas nuevas cooperativas fue que todo el mundo sabía hacer lo mismo; los operarios de una fàbrica sabían muy bien utilizar las máquinas y controlaban los procesos de producción pero no sabían salir al exterior a vender los productos, publicitarse, renegociar con clientes y proveedores ni manejar un balance de cuentas y de resultados. Algunas cooperativas resolvieron este asunto con la contratación de administrativos, contables, comerciales… que no tenían nada que ver con los orígenes de la empresa. Otras cooperativas tuvieron que buscar fuera la formación para que el personal se pudiera formar en ámbitos en los que los trabajadores no se habían desarrollado previamente.
Desgraciadamente algunas cooperativas que no supieron ver la importancia de especializar o formar a los trabajadores no pudieron continuar con su negocio.
Otra desventaja de las cooperativas es la de la distribución del trabajo. En un modelo de negocio en el que todo el mundo es jefe es fácil que algún socio no acepte las decisiones tomadas por el resto de socios, situación que genera tensiones ya que si bien los objetivos son tomados de manera democràtica la organización del trabajo siempre tiene que tener cierto modelo jerárquico y esto no es siempre bien tolerado por todo el mundo.
Otra desventaja del modelo cooperativista es la distribución de resultados: en caso de pérdidas los socios tendrán que hacer un esfuerzo personal para afrontar deudas pero en caso de beneficios verán que sólo podrán distribuirse el 35% de estos, debiendo revertir el resto de ganancias en la propia cooperativa.
La incorporación a algunas cooperativas pueden significar tener que desembolsar un dinero para poder formar parte de ellas, ya que en ocasiones se exige una aportación al capital social de la cooperativa para poder ser socio capitalista, incluso en algunas para poder trabajar en ellas. Esto hace que no todo el mundo pueda permitirse poder entrar a trabajar en una cooperativa (sólo aquellos que pueden disponer del capital) ni que sean los mejores los que ocupen un puesto de trabajo acorde a sus capacidades.
Las cooperativas nacen bajo una premisa de colaboración mutua, con lo que es cada día más difícil encajarlas dentro de un modelo de sociedad cada vez más individualista. Además en los últimos tiempos tanto los medios como los políticos nos han hecho creer que sólo podremos triunfar como empresarios si nos hacemos autónomos. Lo difícil en los tiempos que corren es triunfar. La mayoría de los trabajadores por cuenta propia se conforman con sobrevivir y poder sobrellevar su negocio. En alguna ocasión he escuchado comentarios insinuando que los cooperativistas eran perroflautas con ansias de montarse en el dólar, pues el ejemplo que se sugería para afirmar tal estupidez era que unos artesanos se habían montando una cooperativa para poder presentarse a más festivales y ferias. A tal estúpido no le enseñaron de pequeñito ni a compartir ni a trabajar en equipo.
Es por eso que quizá en las escuelas debería haber alguna asignatura que enseñara a los niños a pensar en soluciones a problemas cotidianos y a cómo rentabilizar esas soluciones. A hacer previsión de material y a observar a la competencia, así como a aquellos compañeros que destacan en lo que otros flojean. A aprender que no se puede ser el mejor en todo y que si Fulanito y Menganito se apuntaran a echar una mano el trabajo saldría mejor.
Grandes éxitos
Un caso estudiado en los mejores centros de formación como la London School of Economics es el de la Corporación empresarial Mondragón, y muy especialmente su empresa bandera Fagor. Bajo una buena gestión este grupo ha sabido crecer y mantenerse como una de las empresas que más factura en España y ser una de las mayores cooperativas del mundo en número de trabajadores. Ningún socio ha dado un pelotazo ni se ha hecho rico de la noche a la mañana, pero miles de famílias vascas salen y han salido adelante gracias al modelo cooperativista de las empresas vinculadas al Grupo Mondragón.
A pesar del modelo de éxito la crisis aprieta fuerte y el Grupo Mondragón también tiene que hacer esfuerzos para seguir facturando. La producción se ha centrado en los últimos años en la exportación para garantizar la supervivencia ya que la demanda interna ha retrocedido fuertemente en los últimos años.
Algunas cooperativas de nueva creación están creciendo gracias a los apoyos de muchas personas que han decidido hacer un cambio en su papel como consumidor, sobretodo aquellas de relacionadas con las energías renovables. Un claro ejemplo es Som Energia, una empresa que nació en 2010 en Girona con 150 socios. En junio ya eran 8.000 y tras la reforma energética la cifra asciende a casi 10.000. Cada uno de ellos paga una cuota de 100 euros que se reinvierten en la propia cooperativa, sin ánimo de lucro. Su objetivo es cubrir el 100% de la demanda de energía de sus miembros con nuevos proyectos de su propiedad y financiados principalmente por los socios.
Economía social para una sociedad más justa
Las cooperativas foman parte de la economía social, una economía donde el capital humano y social es mucho más importante que el capital económico, donde el dinero es el elemento que hace que la empresa sobreviva día a día pero donde maximizar los beneficios no está escrito en los estatutos fundacionales.
Y por último y para aclarar algunas dudas, sí, una cooperativa puede tener fórmulas fiscales diferentes a la sociedad cooperativa. Pueden ser limitadas e incluso anónimas; todo dependerá del funcionamiento interno y del carácter social que se las quieran dar.
No existe ninguna limitación por la que las cooperativas no puedan jugar un papel esencial en cualquier sector. Así pues, en el sector primario podemos encontrar cooperativas agrícolas, ganaderas y agropecuarias, en el sector secundario (industria, manufactura, artesanía) y en el terciario o de servicios (guarderías, escuelas, empresas de limpieza, etc).
Para saber más:
Definición de cooperativa (Wikipedia).
Las cooperativas en números
Instituto Nacional de Estadística: Cooperativas constituidas por número y socios, CCAA, períodos y clase de cooperativa.
Hemeroteca:
Archivo 1983: El País, Cooperativas en España
2013, El País, El tomate que se convirtió en teclado
2013, El diario, La «competitividad» de las cooperativas
2013, El Mundo, Frente al paro juvenil, cooperativismo
2012, ABC, Las cooperativas generan 287.000 empleos en España
2012, El País, Las cooperativas aguantan el tirón
There is no ads to display, Please add some