Hace aproximadamente 3 años compré en un bazar asiático que estaba de liquidación un carro de expositor. Al estar en la intemperie, con el tiempo el carro ha ido oxidándose y perdiendo la pintura. Además como lo que contiene son macetas el agua hace el resto de trabajo de deterioro del carro.
Bien, tocaba ponerse manos a la obra y restaurarlo para que continuara haciendo su función: poder tener todas las pequeñas macetas ordenadas y en óptimas condiciones.
Cabe decir que el carro tiene ruedas y es muy manejable ya que se puede ir moviendo por toda la terraza. Además con unas bridas tenía cogidos los tubos con el que tenía el riego por goteo. Con todo esto valía la pena restaurar el carro ya que me costaba encontrar uno nuevo y además los materiales para restaurarlo son relativamente económicos.
En primer lugar lo que dio más faena fue lijar todo el carro. No tengo maquinaria adecuada y tocó dejarse las muñecas frotando todas las varillas con un bloque de lija y unos cepillos de púas. Como el material con el que está hecho el carro es hierro conviene poner un plástico para que todas las virutas de pintura vieja y óxido en polvo no se adhieran a la superficie en la que se está trabajando.
Una vez que está todo bien lijado se dan un par de manos de esmalte antioxidante. Escogí un esmalte que pudiera resistir bien la intemperie. Esta suele ser la pintura que se utiliza para pintar rejas y barandillas.
Es importante dejar secar bien el esmalte entre manos, pues corremos el riesgo de ir dejando desconchones. Si aparece algún agujero en el hierro se puede utilizar una masilla que al endurecerse se puede lijar. Yo no tuve que utilizarla, pero es fácil encontrarla en los comercios especializados.
Una vez que la estructura del carro está saneada y pintada se puede empezar a trabajar para darle el acabado. Como no me gusta que el carro esté chorreando cada vez que se riega y hay exceso de agua, decidí hacer una base con una bolsa de polipropileno pero que puede valer cualquier plástico. Es importante cortar unos centímetros más que la superficie de la base del carro para que también nos sirva como balsa de retención.
Únicamente hay que tener en cuenta que hay que agujerear la bolsa para que el agua se pueda drenar y no se pudran las plantas. Con un poquito de cola de impacto le puse un trozo de tubo del que se utiliza para el riego por goteo. Debajo del tubo he colocado una garrafa para recoger el agua del exceso de regado o bien que cada vez que llueva pueda reutilizar agua para las plantas.
Como último acabado corté un trozo de malla antihierbas (también se conoce como tela geotextil) para que la tierra que siempre se va perdiendo después del riego quedará atrapada y no fuera a parar al tubo de drenaje. Esto último es más estético y práctico que necesario, aunque cuando se moja retiene bastante la humedad y hace que cuando el plástico se calienta con el sol no haga que las raíces se puedan quemar.
Y para acabar volví a montar la estructura de tubos de riego por goteo tal y como tengo dispuestas las macetitas y jardineras. Ahora sólo queda plantar y esperar a que la primavera haga su trabajo de hacer crecer las plantas que suelo tener para cocinar: perejil, romero, tomillo, menta…
A modo de resumen, el material utilizado para la restauración ha sido 1 bote de esmalte sintético para exteriores, 1 taco de lija multiusos, 2 cepillos de púas para eliminar los restos de pintura en los rincones de difícil acceso, 1 trozo de polipropileno, un poco de cola de impacto, tijeras, un trocito de tubo de 4mm y 1 trozo de tela geotextil. ¿Qué os parece?
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Macetocarro! Eso si que no lo había visto nunca. ¡Qué bueno! 🙂