Un Martes cualquiera, como el día de hoy. Tres y media de la tarde a bordo de un cercanías de Barcelona. Distraído, a ratos mirando por la ventana del tren y a ratos leyendo. Una voz da las buenas tardes a todo el vagón. Es una chica de unos 30 años, española, vestida con ropa cómoda. La jornada debe ser dura. Pide porque la desahuciaron y según explica duerme en una pensión junto a su marido y 2 hijos. Explica que necesita conseguir 25 € para poder pagar la habitación donde duermen sus hijos. Sobre la suya y la de su marido no dice nada, aunque supongo que la prioridad es que sus hijos tengan un techo.
En el cercanías de Barcelona suelen subir a diario muchas personas pidiendo. Los hay que siempre cogen el mismo tren, a la misma hora y en la misma estación. Esta chica no era como los habituales que a menudo piden limosna dejando un paquete de pañuelos o un mechero junto a un papel lleno de faltas de ortografía. No son de aquí, no dominan el idioma.
No había visto antes a esta chica en el tren. No pongo en duda ni la falsedad ni la veracidad de su historia. Tampoco la juzgo, no creo que a nadie le guste verse en la situación de verse desahuciado, sin trabajo ni ingresos y tener que pedir para que sus hijos tengan un techo, aunque sea por horas. No me imagino lo que deben pensar esos niños cuando el resto de compañeros explican cómo son sus casas y sus habitaciones. Ellos están de paso, esperando que su madre consiga los 25 € para poder dormir en una cama de alquiler.
Los viajeros suelen ignorar a los habituales. En este caso la chica que se sentaba a mi lado le ha explicado a esta mamá que en el pueblo vecino habían ocupado un bloque de viviendas que era del banco y que no habían conseguido vender. Unos asientos más adelante una señora de mediana edad explicaba a la chica dónde podía conseguir ropa; había visto que en una asociación hacían un reparto cada Miércoles por la tarde a las personas sin recursos. La chica, agradecida, también le explicaba que los Servicios Sociales le habían conseguido unos vales para retirar un carro de alimentos. Creo que la chica ha podido conseguir la mitad del dinero de la habitación en tan sólo 1 vagón. Se ha llevado también un montón de información que la gente compartía con ella. Yo me he llevado un poco de esperanza a casa, ni que sea ingenuamente, hoy creo que algo está empezando a cambiar en la calle.
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nada nada, es q un día soleado pone a la gente de buenas y ya tocaba
Estimado asdf o como sea, por esta vez apruebo tu comentario porque creo en la libertad de expresión, pero la próxima vez agradeceré que te identifiques, más que nada para que puedas evitar el filtro de spam y poder responderte directamente a tu comentario si lo considero necesario.
Me ha sorprendido este post porque yo también iba en uno de esos trenes que fue esa chica y, a mi también me conmocionó. Estoy completamente deacuerdo contigo. No era como la otra gente…yo le di unas galletas que llevaba por si me cogia hambre pero pensé que a sus hijos les harian mas falta que a mi. Espero que consiga su casa y sus hijos puedan vivir felizmente.